Alejandro Valverde afina su puesta a punto para las clásicas de las Ardenas venciendo en la París-Camembert.

El ciclista murciano Alejandro Valverde (Caisse d´Epargne) ha vencido en la 69ª edición de la clásica francesa París-Camembert, disputada sobre 202,7 kilómetros entre la capital francesa y Vimoutiers, parando el reloj cuatro horas y veinticinco minutos después de subirse en la bicicleta.

En un día tranquilo, todo parecía que iba a decidirse en el sprint, pero el ciclista francés Sandy Casar (Française des Jeux) saltó explosivamente del pelotón a unos diez kilómetros de la llegada, rompiendo los esquemas de los velocistas y sus gregarios, que se vieron obligados a subir la marcha y consiguieron neutralizar a un motivado Casar que ya pensaba en ganar ante su público a falta de poco más de un kilómetro para la conclusión. Sin más dilación, el sprint final comenzó con un avispado Valverde que se aseguró de que no sucediese lo mismo que el pasado domingo, cuando Cunego le birló el triunfo en Amorebieta en el último suspiro, y fue muy superior a los galos Jérôme Pineau (Bouygues Telecom) y al contrarrelojista y también galo Benoit Vaugrenard (Française des Jeux).

Clasificación de la clásica.
1. ALEJANDRO VALVERDE (ESP/CAISSE D´EPARGNE) 4:25.36. 2. Jérôme Pineau (FRA/Bouygues Télécom) m.t. 3. Benoît Vaugrenard (FRA/Française des Jeux) m.t. 4. Anthony Ravard (FRA/Agritubel) m.t. 5. Alexandre Pichot (FRA/Bouygues Télécom) m.t. 6. Jean-Eudes Demaret (FRA/Cofidis) m.t. 7. Yann Huguet (FRA/Cofidis) m.t. 8. Nicolas Roche (IRL/Crédit Agricole) m.t. 9. Pierre Rolland (FRA/Crédit Agricole) m.t. 10. Jelle Vanendert (BEL/Française des Jeux) m.t.

De esta forma, el ciclista de Puerto Lumbreras demuestra estar cada día más fino para la oleada de clásicas que se viene encima; el próximo domingo la clásica que se le atraganta, Amstel Gold Race, en la que fue sexto la última temporada, entre semana la Flecha Valona, que ganó en 2006, y el siguiente domingo la Liege-Bastogne-Liege, en la que se impuso también en 2006.

Esperemos que no le ocurra, como casi siempre, que acaricie el triunfo pero siempre llegue alguien más oportunista que le robe la victoria.