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miércoles, 25 de marzo de 2009

Siempre Grandes: El corazón que dijo basta


Saludos lectores. Hoy inauguramos, con motivo del primer aniversario del blog, una nueva sección, creada para recordar a aquellos deportistas que tuvieron su momento de gloria y que este fue arrebatado drásticamente, o simplemente a aquellos deportistas que fueron, son, y siempre serán grandes. Al pensar en ambos casos, nos viene a la memoria un veloz lateral sevillano que lucía con orgullo los colores del equipo de la capital hispalense, y que rechazó ver mundo, mucho mundo, por ser alguien recordado en un futuro en la entidad sevillista. Esta es su historia. Esperamos que les guste, y que sigan actualizándose con nosotros diariamente, y semanalmente con esta nueva sección.



Antonio José Puerta Pérez fue un jugador del Sevilla F.C admirado y querido por todos. Gran jugador, con mucha clase y talento, el sevillano era por encima de todo una muy buena persona. Con todo esto, el sevillano poseía las cualidades que cualquier persona desearía, pero, además de todo esto, Antonio también tenía un defecto. Su corazón. Su maltrecho corazón. Ya le avisó en un entrenamiento y en un partido ante el Badajoz. Pero, como se suele decir, el que avisa no es traidor.


Cuando Puerta inició su andadura en esto del deporte rey, a mi no me deslumbraba y es más, llegué incluso a criticarle tiempo atrás, en su primer encuentro con la Selección Española de Fútbol. Pero todos esos pensamientos sobre Antonio que yo tenía sin fundamento previo, cambiaron radicalmente tras su gran inicio del año 2007. Firmó dos meses espléndidos con el Sevilla, entre Marzo y Abril, que le permitieron volver a ser llamado por Luís Aragonés, pero una lesión le privó de jugar el que hubiese sido su segundo partido con la ‘roja’. La clase de Antonio era sobrenatural; driblaba por todos lados, con toda clase de regates, y su velocidad por la banda hacía recordar al mítico Calleja.


Pero entonces llegó el verano, bueno para muchos, malo para pocos. Y en ese escaso grupo se encontraban los jugadores del Sevilla que, debido a su ajetreado calendario, apenas tuvieron tiempo para descansar. Muchas concentraciones, muchos partidos preparatorios y de la fase previa de la Champions, y como no, los dos encuentros de la Supercopa de España ante el Real Madrid. Antonio jugó en la mayoría de los partidos, a un gran nivel, firmando dos partidazos ante el Real Madrid. Pero tanto estrés pasará factura y, como ya dije antes, el corazón de Antonio no estaba para muchos ajetreos.


25 de Agosto del 2007. Sábado. Arranca la Liga española a las 20:00 con el vibrante Real Madrid-Atlético que termina con victoria blanca por dos goles a uno. Dos horas después, otro partidazo, el Sevilla-Getafe, con el pensamiento de los sevillanos puesto en el partido que les enfrentará ante el Milan ese mismo viernes. Quizá por eso el Getafe se adelanta pronto. Quizá por eso empiezan a surgir los nervios. Quizá por eso se explica lo que pasaría instantes después.


Corría el minuto treinta de partido cuando, de repente, Antonio se desvanecía en el terreno de juego. Toda España pedía una explicación ante tan extraño suceso, suceso que recordaba al acaecido con Mark Vivien Foe hace cinco años y que acabó con la muerte del camerunés en el acto. La imagen del central del Sevilla Dragutinovic sacando la lengua de Antonio será una de esas que se nos quedará grabada por siempre en la retina. Pese a esto, el susto se pasó cuando Antonio se levantó del suelo por su propio pie. El entonces técnico sevillista, Juande Ramos, ahora en el Real Madrid, lo veía venir, y retiró por ello del campo a Puerta, contra su voluntad. Puerta abandonaría refunfuñando el Sánchez Pizjuán, el campo en el que siempre deseó triunfar. El campo del equipo de sus amores pero que no dejaba de ser, en definitiva, un campo que no volvería a pisar. En el vestuario, un Puerta muy enfadado, sufría otra parada cardiorrespiratoria, que le obligaría a ser transladado urgentemente al hospital más cercano. Ese no era otro que el Virgen del Rocío, que sería el auténtico juez sobre la vida de Antonio. Pero de camino al hospital sevillano, el lateral sufrió varias paradas más, y ya en el hospital, otras ocho que terminarían con la vida del joven jugador que estuvo luchando en la UCI durante dos días, sin éxito.


Un día antes de la muerte de Puerta, las alarmas sobre la vida del jugador ya se habían disparado. Respiraba mediante tubos, y se alimentaba por suero. La preocupación sobre el sevillano era mundial, pero un parte médico ‘tranquilizaba’ a la gente, informando de que la salud de Antonio había mejorado algo.


Pero, desgraciadamente, la cosa no terminaba ahí. El episodio de mala suerte que se cernía sobre el jugador sevillano no cesaba, y Antonio volvía a empeorar, y mucho, siendo tan solo la fuerza que le daban sus compañeros desde Atenas, donde jugarían ante el AEK en la previa de la Champions, lo que le mantenía con fuerzas.


No fue suficiente. No se pudo hacer nada. Nadie escapa ni de la muerte, ni de la mala suerte. Antonio fallecía el día 28 de Agosto de 2007, a las 14:31, debido a una ‘encefalopatía postanóxica’, muerte cerebral para los no-tan-aplicados en las ciencias.


A todo el mundo se le paró el corazón. Nadie acababa de creerse la noticia. Buen tío, que caía bien a todo el mundo, que iba a ser padre. Se fue un grande. Curiosamente, el mismo día que Francisco Umbral, maestro de la ironía.


En Sevilla, ni siquiera el tiempo hará olvidar a Antonio. Nada logrará hacerlo. Puerta vivirá para siempre en el corazón de todos los aficionados al fútbol, en especial hinchas del Sevilla, por su espíritu ganador, su espíritu de superación. Aquel espíritu que le hizo luchar contra la Señora Muerte, con la que casi puede, pero de la que muy pocos afortunados consiguen escapar. Merece un gran reconocimiento. El reconocimiento que merecen las estrellas. Rechazó incluso ofertas de grandes clubes europeos, como Manchester o Real Madrid, para poder triunfar en el club de sus amores, algo que sin darse cuenta, ha logrado. Ha unido a Betis y Sevilla, algo que, durante más de 100 años, nadie ha logrado. Quizá por eso Antonio es un ídolo de muchos, un héroe. Un dios, que seguramente esté portando allá donde esté un balón con el que echarse un partidillo junto a otros tantos como Feher, Dubovsky, Duncan Edwards, Puskas o el propio Foe.


Siempre estarás en nuestra memoria, Antonio.

4 comentarios:

Quique dijo...

Muy bueno,si señor.
D.E.P.

alberto dijo...

Realmente bueno Jime, pone el pelo de punta.
Antonio, siempre grande.

Anónimo dijo...

chapó

Anónimo dijo...

Qué bárbaro...

Otro año sin Puerta