
Así, tras los fichajes de los Robinho, Zabaleta, Jo Alves, Wright-Philipps o Kompany en verano, Al-Fahim logró incorporar en el mercado invernal a tres viejos rockeros: Craig Bellamy, Shay Given y Glen Johnson, de más que contrastada experiencia en la Premier. 

Pero nada, sigue sin llegar el crack prometido. Esa gran figura que inicie el cerco de ases que vayan a engordar al club manchesteriano, como ya ocurriese con el Chelsea años atrás. Robinho no ha tenido el tirón deseado, y ni Bellami ni Jo (que acabó cedido al Everton por su mal rendimiento) han sabido engrandecer al club. Quizá por ello, Al-Fahim está más desesperado que nunca en contratar a un grande, y parece que ahora sí que sí podría llevarse el gato al agua.
El principal objetivo del jeque sería juntar en su equipo a dos de los jugadores más en forma de nuestra Liga, los delanteros Freddy Kanouté y Titi Henry, que serían perfectamente complementados por Ronaldinho Gaucho, ex-compañero del francés en el Barça, que llegaría como la gran estrella del proyecto y con la intención de borrar de la mente de todos sus dos últimas temporadas, en las que se marchó del Barça por la puerta de atrás a un Milan en el que está pasando más que desapercibido.
Si Al-Fahim logra lo que se propone, podríamos estar ante el principio de una carga de fichajes mediáticos que podría ser interminable. El dinero encauza a las masas, y eso lo saben tanto Cristiano, como Cesc, como Kaká, Villa y Mascherano. Y ya si los azulones, en un hipotético caso, ganan la Copa de la UEFA, apaga y vámonos. Comenzaría el principio de algo magnánimo, desconocido, y que solo Dios sabe como acabará. Todos querrían ir al campeón de la segunda competición continental más importante, y ya si les pagan una salvajada,
pues preparémonos.

En definitiva, los próximos meses resultarán claves en el devenir del fútbol mundial. Pero podríamos estar ante un nuevo modo de fichar. Un modo en el que no importa el prestigio, solo el dinero. Un modo que terminaría, en definitiva, con el control absoluto del fútbol por los grandes magnates. Ya fracasaron Piterman y Abrahimovic en mayor o menor medida. Pero la cuestión es, ¿y Mr. Soulamain?
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