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viernes, 3 de abril de 2009

Siempre Grandes: Rozando el cielo.

No es necesaria la presentación para el hombre que viste el maillot amarillo de líder y, en esta ocasión, ya campeón del Tour de Francia. Además, realmente, él aquí no pinta nada. No, esta vez no. En esta ocasión el protagonista es el otro hombre de amarillo. Que viste con un 'maillot' patrocinado por ONCE. Él es el verdadero protagonista. Y, quien sabe, quizás, si el destino lo hubiese querido, habría sido protagonista en muchas otras ocasiones posteriores. Y, en consecuencia, el hombre que le acompaña, quizás no estuviese aún en candelero. Pero la suerte no sonrió a Joseba Beloki. No en el momento indicado. No un 14 de Julio, fiesta nacional en Francia, su país maldito desde aquel fatídico día, situado en el año 2003. No mientras bajaba La Rochette. La 'Diosa Fortuna' se puso de parte de su rival. Ella quiso que pasase a la posteridad la 'Senda Armstrong', y no una hipotética 'Senda Beloki'. Una mala pedalada, un erróneo movimiento, un mal derrape...


Nada ha cambiado desde aquel día para el Col de Rochette. Con sus 1121 metros, sigue en el mismo sitito, sin mala conciencia por lo que hizo, sin sentirse mal. Ahí sigue la cima alpina, impertérrita y pasiva, sin importarle lo que hizo. Aquel día en que Joseba descendía sin cadena por sus pronunciadas pendientes, detrás del de siempre, del incansable Vinokourov, camino de Gap. Tan inofensiva a simple vista. Una simple montaña, como tantas otras, vista desde abajo. Desde una población cercana, por ejemplo, Gap, por qué no, lugar también maldito para Beloki. Empinadas rampas, asfalto inseguro y vulnerable al calor, poca altura y corta ascensión, y desde 2003 el ‘’Pasaje Armstrong y la Caída Beloki’’ son los rasgos característicos del Col de Rochette. Y no hay quién lo sepa mejor que el corredor vasco. Él si se siente mal. Siendo el damnificado, todos los daños son para él. Injusticia la cometida aquel día, quien sabe por quién, quizás por La Rochette, quizás por el calor, tal vez por Vinokourov, o, probablemente, por la caprichosa suerte. En su memoria siempre quedará grabado aquel momento. Vistiendo de rosa, el guipuzcoano asustaba a Armstrong. Le tenía más cerca que nunca. Cuarenta segundos que La Rochette podía encargarse de arrebatarle. Ese era su papel en el Tour 2003. Ese y no el de malo. El de destrozar carreras. No era el día. Pero el destino se equivocó. Y desde entonces no ha rectificado. No fue un error de Beloki, ni de Saíz, sino de los complejos esquemas del destino. Esos esquemas que se escapan de la capacidad mental de una persona normal. Pues, ¿por qué le tocó eso a Beloki?, un corredor que ya tenía en su haber tres podios en la Grande Boucle, que iba segundo en la clasificación general, con una pérdida de tan solo cuarenta segundos con todo por pasar, demostrando además bravura, sin tácticas conservadoras, sino todo lo contrario, siempre mentalidad ofensiva. ¿Por qué? Eso no lo sabremos.

Pero la carrera del de Lazcano también tuvo momentos dulces; sonrisas. Pronto ya, cuando ni siquiera había saltado al profesionalismo, fue segundo en el Campeonato de España Contrarreloj de 1997, disputado en Melilla, que ganó José Enrique Gutiérrez. Apuntaba maneras ese chico vasco. Por ello, Euskaltel le cazó dándole la oportunidad de darse a conocer a nivel internacional. A pesar de que en ese primer año, el más difícil en la carrera de un profesional, aunque en el caso del de Lazcano, de sobra sabemos cuál fue, las victorias no llegaron, dejó al descubierto sus cualidades parta las grandes vueltas, para las carreras de tres semanas, firmando un excelente Tour del Porvenir en el que fue quinto y ganó la general de la montaña, dándose así a conocer en el mejor escenario posible, en el ‘hermano pequeño del Tour de Francia’. Algo grande acababa de nacer. El año siguiente, 1999, el del primer de Armstrong, el último en casa, en Euskaltel, también fue de sequía, pero cada vez fue acercándose más a la cabeza en los compromisos de verdadera entidad. En las fechas cercanas al verano Beloki firmó las mejores actuaciones de la temporada con el bronce en el Campeonato de España en ruta, y sendos cuartos puestos en la Volta a Catalunya y la Dauphiné Libéré. Como premio al gran año que estaba completando, Euskaltel le brindó la posibilidad de debutar en una de las grandes, en la Vuelta a España. Aunque, eso sí, no hubo suerte, el primer paso estaba dado.

Y, con el cambio de siglo, llegó el progreso. Llegó el salto. Festina, escuadra en pleno apogeo por aquel entonces, se hizo con los servicios de Joseba, cuya actuación en los dos últimos años no había pasado desapercibida para el cuadro galo. Entonces, la cosa cambió. La sala de trofeos del vasco empezó a contar con nuevas condecoraciones y triunfos. El punto de inflexión de la temporada fue el Tour de Romandía, una carrera en la que se encontró muy bien y a punto estuvo de llevarse al saco. Segundo en la clasificación general final, fruto de, en gran parte, la victoria qué logró en la contrarreloj de la tercera jornada. La estelar actuación que había firmado en la ronda suiza había invitado a soñar a los más optimistas. Pero en ningún caso se esperaban lo que se vendría encima. Joseba superó el bache que sufrió en las fechas previas a la Grande Boucle, ya que en el Campeonato de España de Contrarreloj solo pudo ser sexto y en el preludio del Tour, la Dauphiné Libéré, finalizó muy alejado de la cabeza, 24º. Así, se presentó en Futurascope, lugar de inicio de la primera edición de la carrera en el siglo XXI, como gregario de Christophe Moreau en Festina, como debutante. Sin embargo, las distintas circunstancias de carrera crearon un desorden interno en Festina, organizándose finalmente una dura pugna por el tercer puesto del podio en los Campos Elíseos entre Beloki y Moreau. Y, en esta ocasión sí, la suerte sonrió al ciclista de Lazcano, que salvó el tercer puesto por un escasísimo medio minuto. Tras las debidas y merecidas celebraciones, Beloki cerró el curso con la victoria final en la Vuelta a Asturias, acompañada de una etapa.

Después del intachable curso que había completado en 2000, su sitio estaba en casa. Lejos no se encontraba como en casa. En Festina no debió sentar demasiado bien la disputa entre sus dos corredores por el tercer lugar en el Tour y, lógicamente, el equipo barrió para casa. A principios de la nueva temporada, 2001, el corredor vasco se desligó de la formación gala y pasó a formar parte de ONCE-Eroski, bajo el mando de Manolo Sáiz. La planificación de la temporada, obviamente, estuvo centrada en el Tour de Francia, y el vasco se presentó en la carrera en un momento inmejorable, tras arrasar en la Volta a Catalunya, la cual se llevó con un par de victorias parciales y la clasificación de la regularidad como complemento. Saíz le entregó los mandos del equipo para la ronda francesa y no decepcionó. Al igual que el año anterior, Beloki fue el mejor de los ‘actores secundarios’, siempre bajo la sombra de Lance Armstrong y Jan Ullrich. Repitiendo la actuación del año anterior, subió al tercer escalón del podio en los Campos Elíseos. Por segundo año consecutivo, Joseba Beloki lograba copar el tercer lugar del podio del Tour, consolidándose como uno de los grandes en las carreras de tres semanas. Bajó el pistón en la mitad restante de temporada, circunstancia que no le privó de acabar segundo en la Euskal-Bizikleta, de comandar una Vuelta a España que no terminó finalmente durante tres días, y de ser segundo en la Escalada a Montjuic.

Hábilmente, a sabiendas de las altas posibilidades de Beloki a la hora de terminar ente los tres primeros del Tour de Francia, Sáiz le reservó durante la primavera de 2001, manteniéndole en una actividad a nivel de competición casi nula y preparándole a conciencia para el asalto a la Grande Boucle. Tan sólo firmó un cuarto puesto en el Campeonato de España Contrarreloj. Desde luego, el estado de forma de Beloki era una incógnita. Con esas dudas de cara al público se presentó en el Tour, como segundo candidato al triunfo tras la sanción impuesta a Ullrich poco tiempo antes. Su condición de segundo aspirante a la victoria se confirmó, pues aprovechó perfectamente la ausencia del teutón para subir un escalón en el podio y acercarse un poquito más a un Armstrong que ya sumaba cuatro triunfos ininterrumpidos. Segundo en el Tour deFrancia, la temporada ya estaba cubierta. Pero todo eso que reservó por primavera le sirvió para firmar una recta final de temporada de ensueño, con una aplastante victoria final en la Euskal-Bizikleta, la victoria también la Escalada a Montjuic y, por supuesto, el tercer lugar en la Vuelta a España, demostrando que no sólo era un ‘hombre Tour’.

Con esta magnífica temporada, la popularidad del guipuzcoano subió como la espuma, figurando entonces en todas las casas de apuestas de cara al Tour de Francia 2003. En su preparación para el asalto al Centenario del Tour, Beloki se impuso en la Clásica de Alcobendas y fue segundo en la Euskal-Bizikleta. Todo pintaba bien, y una vez dio comienzo la carrera las cosas se pusieron aún mejor. Corría la novena etapa de carrera y Joseba tan perdía poco más de medio minuto respecto a Armstrong. Pero ahí acabó el sueño. Una cota aparentemente intrascendente le condenó a los infiernos. Todo el cuerpo echo añicos, y adiós a un Tour que podía ser el del ‘Centenariazo’ y adiós a una prometedora campaña.

Afortunadamente, y en teoría, Beloki se recuperó para iniciar el nuevo año 2004 según los médicos, y, sin equipo tras la desaparición de ONCE, se enroló, extrañamente, al modesto Brioches-La Boulangère. Una extraña decisión que traería cola hasta que el corredor español decidió cambiar de aires a mitad de temporada en vista del poco futuro que tenía en el conjunto francés, incorporándose a Saunier-Duval. Lamentablemente, las cosas no mejoraron en el cuadro español y Beloki no pudo regresar al Tour. Tampoco apareció en las primeras posiciones en ninguna de las escasas carreras en las que tomó parte, provocando serias dudas sobre sí realmente estaba recuperado de su lesión.

La inestabilidad que había vivido durante el año anterior no podía continuar, de modo que Beloki optó por regresar junto a Manolo Sáiz, ahora al mando de Liberty. Saíz le recompensó con incluirle en las tres grandes de la temporada, pero, lamentablemente, no entró en ninguna de las tres entre los veinte primeros. En el Giro tuvo que abandonar, en su regreso a la Grande Boucle acabo en el puesto 75, y en la Vuelta a España estuvo algo mejor y acabó 40º. La paciencia comenzaba a agotársele a un corredor que estaba cayendo en picado. Sin embargo, y una vez más, Manolo Sáiz volvió a confiar en él, le tuvo en cunato en 2006 y el ciclista vasco lo agradeció firmando buenas actuaciones en las citas previas al Tour, en el que le incluyó una vez más. Pero la desgracia volvió a caer sobre él cuando apareció en las listas de la 'Operación Puerto' como implicado, vetándosele en consecuencia en el Tour de Francia 2006. Este fue el final de su carrera deportiva, pese a que tiempo después se demostró en un certificado por escrito que Joseba Beloki había sido llamado como testigo y no como imputado, y, lógicamente, fuese indultado.


Pero ya no había vuelta atrás. El hombre que pudo toser a Armstrong había tocado fondo, y el 21 de Diciembre de 2007, tras una temporada sin correr, anunció su retirada del ciclismo profesional. Uno de los hombres más fructíferos que había dado nunca el cilismo español y que se fue al traste por una desafortunada caída. Pero la vida es así de injusta con algunos. Y sin duda lo fue con Joseba Beloki, ese hombre que quiso y no pudo, el hombre que se quedó, rozando el cielo.

1 comentario:

Alex Jiménez dijo...

Buenísimo, me encanta. Un artículo genial. Sin duda es un placer contar contigo.
Grande Fernando

Otro año sin Puerta