Aquí podrás encontrar todas las noticias relacionadas con tu deporte favorito.

martes, 29 de septiembre de 2009

Evans se viste de arcoiris.

La justicia siempre acaba prevaleciendo. O al menos eso parece repasando la presente temporada ciclista, la cual ya se está despidiendo. Pero sobre todo ha sido en este último mes cuando el ciclismo ha otorgado a dos de sus eternos segundones el premio que llevaban tanto tiempo persiguiendo. Si a principios de mes fue Alejandro Valverde quien, tras haber visitado todas las plazas de honor de la Vuelta Ciclista a España situadas entre los puestos 2º y 5º, por fin logró hacerse con el triunfo absoluto en la ronda española, ahora ha sido Cadel Evans, dos veces segundo en el Tour de Francia y tercero en la última Vuelta a España quien, pese a no ser la prueba que más se adapta a sus cualidades, por fin ha logrado ese gran triunfo que se le reclamaba ganando el Campeonato del Mundo, disputado en Mendrisio.

La cita más bonita del calendario ciclista, el Campeonato del Mundo, se presentaba una vez más con un amplísimo abanico de favoritos, fundamentalmente las puntas de lanza de España e Italia, eternas rivales en esta cita anual y que normalmente se reparten el botín. En esta ocasión, pese a ser los italianos quienes defendían título, era España la selección que partía un paso por delante de las demás, pues en el equipo que presentaba figuraban, entre otros, Alejandro Valverde, Óscar Freire (tricampeón del mundo) y Samuel Sánchez (campeón olímpico), además de algún actor secundario que podía tener algo que decir como Joaquim Rodríguez. Mientras, el cuadro italiano se presentó en la cita con el defensor del título, Alessandro Ballan, y el subcampeón, Damiano Cunego, como principales bazas. Al margen de las dos potencias del ciclismo mundial, aparecían en las quinielas el genial Fabian Cancellara, que corría en casa y había prometido batalla, los hermanos Schelck, los belgas Philippe Gilbert, campeón en ruta de su país, y Tom Boonen, campeón del mundo en 2005, o el combativo Sylvain Chavanel, pues el recorrido era propicio para sus cualidades, el joven danés Matti Breschel, defensor del bronce, o el eterno Serguei Ivanov, ganador de la última Amstel Gold Race.

Una vez se dio el pistoletazo de salida, todas las quinielas y estadísticas quedaban como anécdotas y la realidad era que todo tenía que suceder ya en la carretera. Como siempre, todos los corredores que no tenían opciones de medalla se dejaron ver formando numerosas escapadas durante la primera mitad de carrera. Alguno de los sprinter, que sabían que con un recorrido tan exigente no iban a tener opción alguna de medalla, se dejaron ver en esas escapadas. La tranquilidad reinante durante esa primera mitad de carrera desapareció fugazmente con la entrada en cabeza de pelotón de la escuadra italiana. Los hombres de Franco Ballerini empezaron a subir un ritmo que estaba siendo demasiado cómodo para sus intereses y realizaron una gran escabechina, reduciendo considerablemente el número de unidades que componían hasta entonces el numeroso pelotón. Los hombres que sacrificó el seleccionador transalpino para esta tarea fueron tres gregarios de lujo como Michelle Scarponi, Giovanni Visconti y Marzio Bruseghin.

Con esta ofensiva la carrera quedó completamente destrozada, con numerosos grupos de corredores y con los principales favoritos aún escondidos en el pelotón. En los grupos que comandaban entonces la carrera andaban, entre otros muchos, el defensor de la corona Alessandro Ballan, Tom Boonen y los españoles Joaquim Rodríguez y Carlos Barredo. A pesar de que el final aún estaba bastante lejos, la selección española, sabedora de que la situación de carrera no era la más favorable que podía darse, se colocó al frente del pelotón y comenzó a reducir distancias respecto a los distintos grupos de escapados. Con una buena coordinación de los gregarios españoles la carrera volvió a estabilizarse y se reagruparon todos los corredores que aún resistían en un cada vez más reducido grupo.

Hasta que a falta de 20 kilómetros se desataron las hostilidades, y no fue otro que la gran esperanza local, ganador tres días antes de la prueba contrarreloj, Fabian Cancellara, quien desencadenó la batalla final. El suizo puso un ritmo infernal que realizó la selección final y dejó en la cuneta al defensor de título, Alessandro Ballan, o al tricampeón del mundo y siempre favorito Óscar Freire, entre otros muchos corredores que decían adiós a sus opciones de medalla. Así pues, la última vuelta de la carrera llegó con un grupo de nueve corredores en cabeza, entre los cuales había nada más y nada menos que tres españoles, que debían jugarse el triunfo. Todo era favorable para el combinado nacional español, pues contaban con tres hombres en cabeza con el añadido de que dos de ellos entraban en las quinielas como principales favoritos (Valverde y Samuel) y otro que ya fue el mejor español en el pasado Mundial y que se estaba mostrando pletórico durante toda la jornada (Joaquim Rodríguez). Pero la superioridad numérica se volvió en contra de la selección española, la cual no supo gestionar sus recursos y fue derrotada de manera incomprensible.

La desidia se apoderó del grupo cuando a falta de poco más de 5 kilómetros para la conclusión demarró el que nadie esperaba, el gran tapado, el invitado sorpresa, Cadel Evans. El australiano movió ficha ante la sorpresa general, ya que no es precisamente un corredor que se caracterice por su agresividad y valentía pues, es más, gran culpa de esas amargas derrotas que ha sufrido en el Tour de Francia o en la Vuelta a España la ha tenido su exceso de conservadurismo y racanería. Pero en un Mundial no hay normas de ningún tipo y todo puede suceder. Y gracias a ese ‘gafe’ que Evans había mostrado siempre en las grandes citas gozó de un margen del que no habrían dispuesto los otros, y logró abrir un hueco considerable que a la postre sería decisivo. Tuvo que ser el otro tapado del grupo, el ruso Alexandr Kolobnev, un auténtico especialista en Mundiales, pues ya ha conseguido dos medallas de plata, quien reaccionase e intentase dar caza a un desatado Cadel Evans. Y junto a él arrastró a un inmenso Joaquim Rodríguez, el mejor de los españoles durante toda la jornada. El pescado estaba ya todo vendido. La reacción de Kolobnev fue tardía, y la de Cancellara aún más, pues el suizo pagó la entrega realizada anteriormente en los últimos kilómetros y su intento de llegar a la altura de Kolobnev y ‘Purito’ no sirvió para otra cosa que para poner en bandeja Samuel Sánchez la cuarta plaza, que tampoco era un botín muy apetecible para el asturiano.

Con un ritmo brutal y ya sabedor de que la gloria era suya, Evans se presentó así en meta con casi medio minuto de ventaja respecto al dúo que se repartió las medallas restantes, Kolobnev y Joaquim (plata y bronce respectivamente), y escasos segundos más respecto al otro dúo, formado por Samuel Sánchez y Fabian Cancellara que de haber dispuesto de dos kilómetros más se habría sumado a la lucha por las medallas y que sin embargo tuvieron que conformarse con pelear por el agridulce cuarto puesto. A prácticamente un minuto del ganador cruzaron la meta los otros cuatro corredores de ese corte de nueve, quienes habían tirado la toalla ya hacía tiempo. La suerte había sonreído por fin a Cadel Evans. El australiano, de un especial temperamento, no manifestó especial alegría en sus celebraciones, quizá decidió guardarlo todo para la intimidad. Estos días ya estará reflexionando tranquilamente sobre la gesta que ha logrado a nivel personal y, sobre todo, para su nación, pues se ha convertido en el primer australiano en proclamarse Campeón del Mundo (antes únicamente habían ganado una medalla de plata con Robbie McEwen en el controvertido Mundial 2002) y ha logrado despertar el interés por el ciclismo en el país oceánico, que albergará el próximo Campeonato del Mundo y que por lo tanto presenciará la defensa del título de Cadel Evans en su tierra.

Así pues con la sorprendente victoria de Evans en la prueba de ruta se cerraban un año más los Campeonatos del Mundo en un año en que los países menores han puesto contra las cuerdas a las dos grandes potencias y han discutido seriamente su hegemonía, dejando a cero el casillero de la selección ganadora de los tres anteriores Mundiales, Italia, y poniendo contra las cuerdas a una España salvada sólo sobre la bocina por un amargo bronce de Joaquim Rodríguez. De esta forma, nos despedimos de nuevo de los Campeonatos del Mundo y esperamos ya la llegada de una nueva edición que traerá más incógnitas que nunca al disputarse por primera vez en suelo australiano. Así que, ya saben, no duden en seguirlo con nostros.

No hay comentarios:

Otro año sin Puerta